LA DELEGACIÓN DEL PODER EN EL ENVEJECIMIENTO HUMANO. Teoría del legado y de la investidura del sucesor, de Osvaldo Bodni.
Desde la segunda mitad del siglo XX la demografía humana tiende a un
cambio constituido por una creciente población pasiva sobreviviente a
expensas de un grupo activo en disminución constante. Aunque este
fenómeno comenzó en la gran posguerra por la muerte de millones de
jóvenes, se extendió por la prolongación de la vida y el control de la
natalidad, a lo que debe agregarse la sustitución tecnológica de puestos
de trabajo.
A partir de este fenómeno social absolutamente
novedoso, de extensa superposición generacional, los abuelos clásicos
comenzaron a claudicar en sus funciones legatarias y narrativas con
sectores sociales en los que ocupan demasiado lugar. Hoy la nueva
demografía se manifiesta también en las instituciones con problemas de
distinto tipo, inclusive económicos, observándose cambios en la
valoración social de las personas mayores, lo que conduce a una clínica
de desidentificaciones tempranas cuando su empuje pulsional a la
producción, la creatividad y el relato todavía es eficaz.
Cuando los
sucesores declinan su función de receptores, algo frecuente en la
aceleración actual, el destino de los legados, las capacitaciones y las
experiencias se convierte en incierto, lo que pone en crisis el sentido
de la vida justamente en su etapa de balance final. Esto se traduce por
un lado en una psicopatología de neurosis actual, pero también en los
intentos de sostener un poder, postergando su delegación, y convirtiendo
la relación entre las generaciones en un doloroso vinculo de
confrontación.
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