ESTAR DISPONIBLE
La
“atención flotante” que Freud prescribe a los psicoanalistas es –para el autor
de este texto– manifestación de un valor que se llama disponibilidad y que “no
se ha desarrollado porque alteraría demasiado el edificio occidental del
dominio de sí”. En China, en cambio, “la disponibilidad está en el principio
del comportamiento del Sabio”, ya que “la capacidad de conocimiento tiene como
condición el vaciamiento de la mente: conocer no es hacerse una idea de algo,
sino volverse disponible a algo”.
“Disponibilidad”
es una noción que permanece subdesarrollada en el pensamiento europeo: se la
refiere a los bienes, posesiones y funciones, pero casi no tiene consistencia
del lado de la persona o del sujeto. A lo sumo, es un término del escritor
André Gide: “Toda novedad debe encontrarnos siempre enteramente disponibles”.
Dado que no pertenece al orden de la moral ni tampoco al de la psicología, no
es prescriptiva (o, si lo es, no podríamos precisar de qué) ni tampoco
explicativa, por lo tanto no puede pensarse ni como virtud ni como facultad,
que son los dos grandes pilares sobre los cuales hemos erigido nuestra
concepción de la persona en Europa. La noción de disponibilidad queda en el
estadio de la vaga exhortación, o se vierte en el subjetivismo y su emoción
fácil, el mismo que mancha también la frase gideana. En suma, no ha ingresado
en una construcción efectiva de nuestra interioridad. La posibilidad de que, a
partir de ella, se elabore una categoría completa, ética y cognitiva a la vez,
nunca se desarrolló.
¿Por
qué ese subdesarrollo? ¿No será que, para promover la disponibilidad como
categoría a la vez ética y cognitiva, haría falta que saliéramos del viejo
tándem de la moral y la psicología, de las virtudes y facultades, y
modificáramos profundamente la concepción misma de nuestro ethos? (N. de la R.: Este término suele
referirse al conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el
carácter o la identidad de una persona o una comunidad.) Porque, discretamente,
sin estridencias, deslizada incidentalmente entre nuestras frases, esa noción
no deja de entablar una revolución. Socava el andamiaje en función del cual nos
representamos: el sujeto pasa a concebirse ya no como pleno, sino como hueco.
Para el sujeto se trata, nada menos, que de renunciar a su iniciativa de
“sujeto”: un sujeto que presume y proyecta, elige, decide, se fija fines y se
procura los medios. Si renuncia momentáneamente a ese poder de dominio, a lo
cual lo invita la disponibilidad, entonces teme que la iniciativa de la que se
vale no tenga límites y se vuelva intempestiva; que le cierre el paso a la
“oportunidad”, lo bloquee en una conversación estéril consigo mismo y ya no lo
deje acceder a nada. Pero, ¿acceder a qué? Justamente, no sabe “a qué”. Si el
sujeto renuncia a su propia herencia, si desconfía de su propiedad, es porque
presiente que el privilegio que se confiere a sí mismo, atándolo a sí mismo, lo
encierra dentro de límites que ni siquiera puede sospechar.
Que
es preciso abstenerse de privilegiar nada, presumir o proyectar nada; que por
lo tanto es preciso mantener en pie de igualdad todo lo que se escucha para no
dejar pasar el menor indicio que pondría sobre la pista, por más incongruente
(inesperado) que parezca; que por consiguiente es preciso mantener la atención
difusa y no focalizada, es decir, no regida por alguna intencionalidad, éste
constituye el primer consejo que Freud le dirige al psicoanalistas (“Consejos
al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, 1912). En el fondo, es el único
que hay que observar. Porque todos los demás, de cerca o de lejos, conducen a
él. La noción de “disponibilidad” no aparece allí, pero me parece que la
reflexión de Freud gira alrededor de ella, e incluso diría que es aquello que
aporta como su verdad.
Freud
llega a ese punto por un interés estratégico, puesto que se trata de abrir una
primera brecha en el sistema de defensa del paciente. No obstante, esa
concepción de una captación que se realiza por desprendimiento alteraría
demasiado todo el edificio occidental del dominio de sí como para ser abordada
por él más explícitamente. Y Freud se interna en ese camino con extrema
prudencia, en puntas de pie. Expone una fórmula que retomará varias veces:
“atención flotante” o, traduzcamos del alemán con más precisión, “sobrevolando
en igual suspenso”. La fórmula es paradójica: “atención” pero “flotante”: la
mente se dirige hacia, se tiende hacia, pero sin nada en particular a lo cual
estaría atenta. Se concentra (atención), pero sobre todo a la vez (dispersión).
Que Freud no pueda expresar sino en una fórmula que roza la contradicción la
primera regla práctica del psicoanalista ya deja ver bastante bien hasta qué
punto ésta socava nuestro credo teórico, que realza las facultades (del
conocimiento) y su capacidad de “control”.
¿Qué
sería una atención que, sin embargo, se abstiene a su vez de concentrarse? O
bien, ¿qué es una atención, pero que no se deja conducir por su
intencionalidad? Al mismo tiempo que está atenta, desconfía del objeto de su
atención. Porque desconfía sobre todo de aquello que, en lo que dice el
analizante, le interesaría de entrada y la acapararía y, por ello, la haría
pasar de largo; desconfía de aquello que le hablaría al oído al psicoanalista
(en el sentido familiar, interesado, de “eso me suena”) y le impediría
conservar el oído abierto, vigilante, y escuchar efectivamente.
Ya
que resulta evidente que, al promover la figura autónoma del sujeto y su
estructuración interior pensada a partir de sus facultades, el pensamiento
occidental ha obstaculizado una capacidad de apertura semejante –salvo por un
tratamiento reactivo y compensatorio en un plano místico–, ¿no es ya tiempo de
buscar otras perspectivas? Pero la noción de disponibilidad sólo puede ser
pensada como una manera de operar. Ars operandi: ya no separar lo ético y lo
teórico de lo estratégico o, como sucede en el pensamiento chino, no separar la
sabiduría de la eficacia. Es que, en China, la disponibilidad resulta ser el
fondo mismo del pensamiento.
El libro se consigue aquí: http://bit.ly/11oHnVI
Nota
completa publicada en Página 12: http://bit.ly/11s1bpF
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