jueves, 2 de agosto de 2012

El dispositivo de la persona

Enrique Lynch reseñó El dispositivo de la persona, de Roberto Espósito, en el blog Tormenta de Ideas de El País:

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Tenemos aquí, en los dos breves ensayos que Espósito dedica a la idea de persona, reunidos en El dispositivo de la persona, un ejemplo muy evidente de cómo se puede desarrollar el pensamiento de Foucault sin necesidad de incurrir en burdo epigonismo. 

Espósito aborda una categoría, la de “persona”, que se interpone entre la idea de sujeto que está apenas esbozada y casi ausente en el pensamiento antiguo y la característica “impersonalización”, que es propia de nuestra época, en la que la ideología ha dejado paso a la biología política o biopolítica.

Su estudio examina de forma particularmente ilustrativa la constitución y uso de la categoría de persona por obra de los pensadores cristianos a partir del estatuto de la persona en el derecho romano y reconstruye con precisión el modo como el cristianismo se valió de las ambigüedades jurídicas de la persona para poner la ley del cuerpo bajo las condiciones del espíritu cristianizado. Muestra cómo, en gran medida, los filósofos de la primera modernidad dieron cabida a esta herencia cristiana en su idea del sujeto. Y recuerda que una de las mayores contribuciones de Foucault fue haber anotado, en la crítica de esa tradición moderna, que en el proceso de subjetivación está implicado un programa histórico y social de sometimiento. Que la humanización conlleva impersonalización y denegación encubierta de lo que Nietzsche llamó “la gran razón del cuerpo”.

Espósito, haciendo gala de una erudición impecable, sugiere una crítica implícita del humanismo contemporáneo y de la doctrina de los llamados “derechos humanos”, toda vez que éste, como observó Simone Weil –a la que cita elogiosamente–, introduce inadvertidamente la enorme carga de dominación, sometimiento, apropiación y, en última instancia, violencia, de la que está investido el “dispositivo persona” en el derecho romano para concluir que “la sacralidad de la persona humana funciona dejando, o expulsando, fuera de sí aquello que en el hombre no se considera personal y, por ende, puede ser violado tranquilamente”. La persona, pues, acaba por oficiar como una máscara de deshumanización.

Aquí, la nota completa.
Aquí, El dispositivo de la persona, de Roberto Espósito.

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